Aquest és un conte presentat a un concurs nacional de La Caixa i Radio Nacional que explica, fil per randa, el dilema en que em vaig trobar l'any passat:
El dilema del
concurso de cuentos
Pedro Garrido era un auténtico amante de los libros, le
gustaba leer e incluso tenía un blog donde comentaba las lecturas que había
hecho y daba su opinión a unos potenciales lectores del ciberespacio.
De tanto leer tenía la vista miope y cansada y no podía
dejar de llevar gafas como hubiera querido siempre desde pequeño.
Al jubilarse se apuntó a unas conferencias en la
universidad, que hacían para gente mayor junto con alumnos jovenes y aunque a veces se
dormía, en general las encontraba bastante interesantes. Fue en una clase de
Historia del Arte especialmente aburrida donde se le ocurrió el cuento, la
profesora hablaba y hablaba con voz monótona sobre los cuadros y los marcos suntuosos
que les daban prestancia. Los alumnos jóvenes y de edades comprendidas entre
dieciocho y veinte años tomaban apuntes frenéticamente. Pedro Garrido pensaba:
¿Cómo podían sacar alguna conclusión de aquel discurso monocorde?
El hecho es que le surgió la idea y, por primera vez en
su vida, se puso a escribir un cuento original, un cuento personal extraído de
su cerebro, una idea propia que tenía un sentido, un inicio, un pequeño
desarrollo y un desenlace sorprendente.
Le salió redondo, sencillo, bien estructurado y efectivo,
lo tituló “La galería de arte”, trataba de un critico de arte que visitaba una galería
y…, pero esta es otra historia. (ver entrada del 21/03/2017).
Pedro Garrido estaba satisfecho de su cuento, pero ya se
sabe, si no te lee nadie tu esfuerzo no tiene ni gracia ni recompensa.
Casualmente en el Hogar del Jubilado, donde dirigía un Club de Lectura como
voluntario, celebraban por Sant Jordi, unos Juegos Florales.
Animado por una compañera presentó el cuento y para su
sorpresa ganó el primer premio, viéndolo publicado en un libro conmemorativo,
junto con todos los trabajos presentados.
Para Pedro Garrido esto era impensable y el premio le
produjo una euforia sorprendente. De repente quería presentarse a todos los
concursos de cuentos posibles, pero sólo tenía uno.
Un único cuento para enviar, si, un cuento casi perfecto,
pero que le había dejado la mente en blanco, sin nuevas ideas o posibles
argumentos.
Y entonces sucedió, había un concurso nacional de cuentos
hecho a su medida, solo tenía que enviarlo y esperar.
Enviarlo y esperar, eso era todo. Pero había una
inconveniente, siempre hay un inconveniente en la vida, tenía que ser original
y no estar publicado. De hecho su cuento había participado en un concurso y
estaba publicado.
Pero, ¿quién lo sabría? ¿Quién podía llegar a detectar
aquella pequeña publicación local? Sin darle más vueltas envió el cuento y se
olvidó del tema.
Pasados unos días Pedro Garrido recibió una llamada:
- Ha sido seleccionado como finalista del concurso de
cuentos. El concurso final se hará el miércoles de la próxima semana en Sevilla
y, si puede venir, le enviaremos los billetes de avión para su traslado.
Por cierto, el cuento es original y no ha sido publicado,
¿verdad?
Pedro se quedó sin palabras, bien, dijo, lo tengo en mi
blog personal, se llama “Apunts de Lectura”.
- Caramba, le contestaron, consultaremos el tema.
Allí comenzó la desazón de Pedro Garrido, le dolía
ocultar el hecho de que el cuento habia sido publicado y por otro lado sabía
que si hablaba sería descalificado y él quería saber, de todas todas, si su
cuento podía ganar el concurso. Quería saber su recorrido en un concurso nacional,
en un concurso en el que, por ahora, estaba situado entre los 15 primeros
finalistas, ¡a nivel nacional!
Al día siguiente recibió un correo electrónico:
- No hay problema con el blog, pero, ¿el cuento es
original? ¿No se ha publicado?
La pregunta era directa e insoslayable, no podía hacer
como si nada, no podía hacer ver que no sabía las bases del concurso, ¿mentiría
o no mentiría?
Aplazó la respuesta, dio vueltas a la cuestión, dudó,
pregunto a sus familiares más próximos, pero lo sabía, sabía que no podía
seguir, que no podía coger el avión e ir al concurso como si nada. Era todo una
tontería, una nimiedad, solo era un concurso de cuentos, no tenía importancia,
pero era simbólico, era un engaño y eso era suficiente.
Fue al ordenador y escribió un correo:
- El cuento no es original, ganó unos Juegos Florales
locales y se publicó.
Se había acabado el sueño del concurso de cuentos, había
resuelto el dilema, con pena, con pesar por no saber hasta donde habría
llegado, pero, como mínimo, tenía la conciencia tranquila y, pensándolo bien, ahora
ya tenia un argumento para un nuevo cuento.
Aquesta vegada però, no he rebut cap trucada...